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Restaurante Maxime

Lo primero que pensé cuando entré en el comedor del Restaurante Máxime, situado en el Golf de Vall d’Or (Cala d’Or), es que difícilmente ninguno de los platos de la carta superaría las vistas que hay desde la sala principal. Grandes ventanales que dejan pasar una luz que contrasta con el azul de la costa de Porto Colom y la frescura que transmite el verde del campo.

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Ambiente despejado y moderno con mesas bien puestas y espaciosas cuidadosamente ubicadas. Desde hace nueve años, el responsable de una atención en sala exquisita y un ambiente relajado es el mismo que está al mando de los fogones, Maxime Deymier. Amante de la cocina de fusión, seguramente fruto de su trabajo al lado de Martín Berasategui en el año 2001, Máxime combina a la perfección este concepto con el de una cocina de raíces profundamente mediterráneas, familiar al paladar Europeo pero incluyendo algunos toques asiáticos.

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Todas mis dudas sobre la cocina de Máxime y su carta de presentación quedaron despejadas cuando probé la coca de atún rojo en tataki con espinacas y setas shi-take. Realmente increíble el contraste de sabores y texturas, empezando por la coca con cebolla confitada y acabando por el shi-take que en ningún caso le robó el protagonismo al atún. Un emplatado correcto aderezado con una salsa fina de soja y sésamo. Un entrante que dejó el listón muy alto.

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El segundo entrante fue un lomo de caballa rebozado con verdura y alga nori. Un plato que despeja todo tipo de dudas sobre el empleo de algunas técnicas como la de la espuma, que en este caso fue consistente, aguantó hasta que finalicé el plato, y lo más importante, el sabor. Digno de mención también el rebozado de la caballa, muy fino y nada aceitoso.

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Los dos entrantes considero que son muy representativos de la cocina de Máxime, sobretodo la coca de atún rojo. Responden claramente a su proyecto de una cocina de fusión capaz de combinar lo mejor del mediterráneo con lo más representativo de la cocina asiática con un cuidado especial hacia la materia prima. No en vano en su carta podemos encontrar dos variedades de Wok muy apetecibles, uno con verduras y curry rojo y otro con gambas que reservo para mi próximo visita.

Como plato principal un osobuco de corte italiano en donde solo su larga cocción justifica la suavidad de la misma. Una carne realmente impresionante acompañada por unos chips de patata y una salsa cremosa de sésamo y berenjena asada. Un plato a la altura de los paladares más exigentes.

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Como corolario final un coulant con crema inglesa y helado de almendra tostada. Mi veredicto sobre el postre está en sintonía con lo que todo buen amante de la respostería espera de este conocido y recurrido plato: explosión de sabor y suavidad en la boca. Lejos de ser empalagoso, como la malloría de coulants que se suelen servir, este fue dulce pero equilbrado.

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No querría acabar mi crónica sin citar la trabajada carta de vinos que se renueva de manera anual, sobretodo con una extensa variedad de Mallorca entre la que escogí un muy apropiado y buscado Son Prim 100% Merlot. Para los que viváis en Palma, que no os frente la distancia, sin duda es una cocina y un restaurante que hay que probar. Un lugar agradable, trato familiar y atención en sala a la altura de su ubicación, sus vistas y  su cocina.

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