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Viejo conocido de los aficionados más experimentados, el finlandés Kari Voutilainen fue uno de los precursores de la llamada relojería de autor y primero de los participantes en inaugurar el Carré des Horlogers del SIHH. Sin embargo, esta experiencia acumulada contrasta con su carácter exclusivo que le lleva incluso a prescindir de las presentaciones a la prensa, entendiendo que sus creaciones merecen mejor ser explicadas de manera personal en su pequeño espacio reservado en el salón. Esta es la filosofía de Voutilainen, que desde hace años se mantiene en una producción anual que no supera el medio centenar de piezas y rehúye cualquier todo movimiento de expansión de su proyecto si existe el más mínimo riesgo de desvirtuarlo.

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Lo vemos también en sus relojes, que mantienen una estética uniforme identificada por la facilidad de lectura. Todo en Voutilainen queda al servicio de la relojería más personal, comenzando por sus esferas realizadas a mano y acabando por los movimientos, diseñados y producidos por él, en los cuales destaca su soberbia arquitectura y la elección de inventos propios, como el uso de dos ruedas de escape o el volante de grandes dimensiones. Como novedad este año, Voutilainen parece apuntar a cajas de mayor diámetro (44 en vez de 39 milímetros), aunque sigan siendo piezas únicamente fabricadas bajo petición.

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