Celler Ca’n Carrossa. Cocina de tradición presentada por un Maestro

Cuando visitas la casa de un chef que además de hacer una cocina basada en la tradición ancestral de Baleares resulta que se dedica a transmitirla a jóvenes que quieren dedicarse a la cocina, la actitud al sentarse en sus manteles no puede ser otra que de prudencia y expectación. He de decir que no es la primera vez que visito Ca’n Carrossa, fue hace muchos años, el recuerdo fue bueno pero el criterio de entonces y mi bagaje gastronómico no era ni de cerca el que tengo ahora. Reconozco que uno de los motivos por el que he tardado tanto en volver es culpa del propio Joan Abrines y uno de sus discípulos, puesto que estos últimos años mis visitas a manteles en Lloseta han sido monopolizadas por Santi Taura. Dos cocinas muy distintas que nacen de un mismo concepto: el menú degustación. En mi opinión no se puede entender la cocina de Santi Taura sin la de Joan Abrines puesto que en ambas la esencia de la cocina mallorquina antigua es la base de sus platos.

El paisaje de la cultura gastronómica mediterránea está presente en los manteles de Ca’n Carrossa desde el primer minuto. El montaje de las mesas con un menaje sencillo y con el azul como protagonista es toda una declaración de intenciones y el aperitivo de Arengada amb tomàtiga torrada que tenía como primer plato en el menú, el principio de un festival de sabores y sensaciones.

No se puede entender la cocina de Joan Abrines sin recoger una parte de su trayectoria profesional. Lo primero que llama la atención es que no hay carta ni una hoja en donde explique cuál es el menú que, por cierto, cambia cada día. Su paso por la cocina del afamado restaurante Jockey de Madrid hizo que importara a Mallorca la idea de un menú degustación basado solo en platos ideados y sugeridos por el chef. Una idea que hoy en día es la base de muchos restaurantes de la isla y que el lleva ofreciendo desde hace treinta cuatro años. Su cocina reúne tradiciones y sabores de antaño y el Menjar blanc de cranca que probé es un claro ejemplo. Puro sabor en cada cucharada en donde sin duda las notas predominantes de leche de almendra y canela te trasladan a la Edad Media y las cremas pesadas que tan bien recoge Roberto de Nola en su recetario titulado Llibre de Coch (libro de cocina) de 1520 y que constituye el ADN de la cocina de Ca’n Carrossa. Supeditar los menús a la temporada del año supone trabajar una cocina de mercado y esa precisamente es la identidad de la cocina de Joan Abrines. No encontré ni una sola espuma ni ningún emplatado excesivamente creativo y la verdad es que no lo eché en falta y esto

solo puede ser por una cosa: encontrar recetas y sabores poco habituales en cada plato que te sirven. No en vano la Neula de faraona amb ametlles me trasladó a otra época en donde cocinar con obleas, tal como me explicó el propio Joan, era algo habitual. Tal vez para mí el azúcar que cubría la neula endulzaba demasiado el plato pero el contraste con el delicado sabor de la pintada y la almendra me pareció en conjunto un plato redondo.

El ecuador del menú llegó de la mano de una Lubina con trampó y pa amb fonteta, un plato sencillo todavía en el límite de la temporada para comer trampó pero que en esta ocasión la genialidad de añadirle el pa amb fonteta, una receta tan antigua como sencilla, lo convirtió en un plato original y lleno de sabor. El corolario de este viaje gastronómico en el tiempo lo puso un cordero elaborado mediante una técnica tan ancestral como árabe que es la de las carns ofegades. Una técnica que bien ejecutada permite una concentración de sabores espectacular y una cocción de la carne que tiene como resultado una textura y suavidad increíbles. Un plato cocinado sin una gota de aceite y cuyo jugo, que sirve de lecho para el plato, es fruto única y exclusivamente de la cocción de la propia carne.

Si ponemos de maridaje un Son Bordils Cabernet Sauvignon de 2008 y una agradable clase de historia gastronómica con Joan Abrines el resultado no puede fallar. Algo más de cinco siglos separan la cocina de Roberto Nola y la de Joan, técnicas, formas y emplatados distintos pero un vínculo en común, el de transmitirlo todo a las nuevas generaciones. Precisamente la transmisión del conocimiento de nuestra gastronomía más auténtica y antigua que no es otra que la de las esencias y sabores de todo el mediterráneo, encuentran en la palabra Magister el calificativo más adecuado para el protagonista de mi crónica. Feliz Semana Santa a todos.

 

Montblanc: Heritage Chronometrie Exotourbillon Ratrapante

LA UNIÓN PERFECTA

Montblanc combina en esta edición limitada a ocho excepcionales piezas un cronómetro ratrapante (capaz de medir tiempos intermedios sin interrumpir la medición en curso o principal) con el famoso ExoTourbillon de la Maison.

El ExoTourbillon, fabricado por vez primera en el año 2010, tiene como protagonista a un volante atornillado que se coloca fuera de la jaula del tourbillon, esto hace que esta sea más pequeña de tamaño y de peso, con lo que se ahorra un 30% de energía. La otra característica del ExoTourbillon es la velocidad más  lenta de sus rotaciones (gira una vez cada cuatro minutos cuando lo normal es que gire una vez cada 60 segundos).

Es precisamente ese gran ahorro de energía lo que provoca que se pueda emparejar el ExoTourbillon con un cronógrafo ratrapante. Cuando se presiona el pulsador situado en la posición de las 2 horas, entran en juego las dos ruedas de pilares y las palancas biseladas manualmente. Las finas espirales de acero empujan las abrazaderas del ratrapante en la rueda del split-second, permitiendo así la lectura del primer intervalo medido. Otra presión al mismo pulsador provoca que las abrazaderas se separen de modo que la aguja split-second capta los segundos transcurridos del cronógrafo y sigue funcionando con ello. Para detener y restablecer ambas agujas, la del cronógrafo y la split-second, el usuario presiona de nuevo el pulsador integrado en la corona.
El artífice de este alarde relojero es el calibre MB M16.62 de cuerda manual con reserva de marcha de 50 horas y una frecuencia de 18.000 alternancias a la hora y que late en una caja de 47 milímetros de oro rosa.

CAJA: Oro rosa. 47 mm. Cristal de zafiro abombado antirreflejos.
MOVIMIENTO: Calibre MB M16.62 Montblanc Manufactura Cronógrafo split-second monopulsante de cuerda manual. 432 piezas. Reserva de marcha de 50 horas. 18.000 alternancias/h (2.5 Hz).
FUNCIONES: Hora local: horas y minutos centrales. Hora de origen: aguja de la hora a las 6h. Pequeño segundero a las 9h. Indicación Día/Noche entre las 4h y las 5h. Aguja de segundos transcurridos del cronógrafo y aguja split- second centrales. Contador de 30 minutos transcurridos a las 3h.
ESFERA: De oro de 18 quilates con decoración gris grené en la parte inferior y acabado satinado vertical en la parte superior. Pequeña subesfera de los segundos y contador de 30 minutos con motivo azuré en el centro y decoración opalina en el anillo externo, subesferas de segunda zona horaria y día/noche con motivo rayos de sol. Números árabes en oro rojo de 18 quilates, agujas tipo ‘espada’ bañadas en oro rojo y acero azulado, aguja de los segundos del cronógrafo tipo ‘bastón’ chapada en oro rojo y aguja split-second tipo ‘bastón’ en acero azulado.
HERMETICIDAD: 30 m
PULSERA: De aligátor negra con hebilla de oro rojo de 18 quilates
EDICIÓN: Limitada a 8 piezas

Grönefeld Remontoire Guilloché & Enamel

Admirados por los coleccionistas más puristas, el SIHH ha dado la oportunidad este año a los hermanos Grönefeld de darse a conocer a un mayor número de aficionados gracias a su primera participación en el evento. Es la definitiva consagración de estos relojeros holandeses después de conseguir el premio al mejor reloj masculino en la última edición del Grand Prix d’Horlogerie de Ginebra. Para muchas personas, el SIHH ha supuesto la primera ocasión de tener en sus manos las creaciones exclusivas de Grönefeld. Y decimos exclusivas porque el método de fabricación de esta pequeña casa está limitada a piezas realizadas ex profeso para sus clientes, que pueden elegir el material de la caja o el diseño de sus exquisitas esferas, siempre realizadas a mano y fabricadas en esta ocasión en colaboración con el relojero finlandés Kari Voutilainen.

El 1941 Remontoire es su pieza más conocida hasta la fecha y destaca por su sobria apariencia y exclusividad técnica. El Remontoire al que hace referencia su nombre describe un mecanismo de fuerza constante que garantiza la perfecta marcha del movimiento gracias a un acumulador de energía que se activa cada 8 segundos y que es visible en la propia esfera del reloj.

 

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